“Ciudades de arriba”: antro-topo-grafía del (pais)aje
“Ciudades de arriba” representa la primera muestra individual del joven creador Iván Amaya (1968). Asimismo, implica la primera entrega de un trabajo de investigación cuyo proceso inicia en el año 2002 y continúa hasta el presente. Los territorios populares urbanos y específicamente la vivienda (in)formal, el rancho popular, se convierte en el eje que aglutina esta serie de imágenes, que sirven de referentes para dirigir la mirada hacia los dilemas éticos y estéticos implícitos en la construcción y representación (visual) de los asentamientos y viviendas populares, en las denominadas invasiones caraqueñas, es decir: en la movilidad práctica de los pobladores de su territorio. Así, Amaya genera una inscripción visual que se erige en la historia del barrio tomando como vértice de la narración visual la vivienda popular en su condición embrionaria: el rancho.
Indudablemente este trabajo se nutre de la perspectiva conceptual impuesta por el creador Claudio Perna (1938-1997), una brecha que dentro del arte contemporáneo inaugura una mirada renovada y problemática en relación al tópico del pais(aje): su dimensión territorial, su naturaleza (demo)gráfica, sus pretensiones prosopográficas (biografías colectivas). Entonces, resulta vital circunscribirnos —como un antecedente significativo— al trabajo realizado por Carlos Germán Rojas (1953), que contó con la participación de Claudio Perna, para registrar la cotidianidad de los habitantes de “La Ceibita” (El Valle, Caracas, 1976-1983). “Ciudades de arriba” se inscribe en el marco conceptual de esta investigación (La Ceibita) pero la traslada a la dimensión estética que propicia el rancho como creación contemporánea. Allí, entonces, su dimensión ética, su pertinencia contextual, su carácter integrador, analítico y experimental. Este gesto supone problematizar desde la imagen visual, los dicotómicos compartimentos estancos, pensamientos que dividen la ciudad espacialmente en centros y márgenes; así como temporalmente en ciudad formal (moderna) y ciudad informal (no-moderna).
En el contexto del trabajo “Ciudades de arriba” queda claro —al menos como interrogante que incita a la indagación visual— que en el ámbito de los territorios populares urbanos hay implícita una modernidad paralela, diversa, distinta, alternativa, que recupera residuos, restos de otros modos de modernidad, para su resematización práctica y simbólica: hacer desde el lugar supone habitarlo, este es el registro que sugiere Iván Amaya a partir de sus indagaciones fotográficas.
No pretende idealizar el territorio, tampoco lo popular desde una visión esteticista; por el contrario, su trabajo se circunscribe a registrar en su devenir agónico y contingente la casa como modo de habitar dialécticamente el territorio: antro-topo-grafía del (pais)aje. Entonces la casa se erige en la inscripción del modo de habitar y hacer el territorio, de existir (vivir) habitándolo, haciéndolo: habitar (hacer) la casa; habitar (hacer) la ciudad; habitar (hacer) el (pais)aje.
En el marco de esta dimensión agónica sobre el territorio; en el contexto de este deseo de vivienda, de ciudad y, por tanto, de ciudadanía; el trabajo de Iván Amaya desarrolla un inventario visual cuya dignidad reside en hacer de la creación del rancho un gesto identitario, un registro documental de nuestro anhelo contingente de modernidad (otro modo de modernidad, claro está), que hace explícita la carencia cierta de un orden político (y ético) que permita fortalecer el tejido social; así como, construir la(s) casa(s) deseadas, habitar la(s) ciudad(es) deseadas, construir la(s) ciudadanía(s) deseadas, aquella(s) que corresponde(n) a todos los ciudadanos.